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¿Se acabó la justicia? Reflexiones sobre la Reforma del Poder Judicial


No es casual que sientas incertidumbre ante los prontos y repentinos cambios que se están suscitando en nuestro país. La premura por aprobar casi 20 reformas en un periodo tan corto generó que muchas y muchos empresarios se sintieran inquietos, especialmente por la reforma al Poder Judicial. 


Dicha reforma aún ha dejado interrogantes que deambulan en un limbo interminable; especialmente una: ¿se acabó la justicia?


En lo personal, considero que la justicia no ha terminado; sin embargo, está a punto de atravesar por una transición que, sin duda alguna, tendrá efectos positivos y negativos. Por un lado, será interesante ver rostros nuevos en la impartición de justicia, por el otro, el proceso para elegirlos será un hito sumamente complicado. Y, claro, es muy probable que tal transición implique una crisis de credibilidad tanto al poder judicial federal como a los locales. Quizá no te habías dado cuenta, pero la reforma aprobada también ordenó a las entidades federativas a que legislen lo necesario para que los jueces y magistrados locales también sean elegidos por el voto popular, (si los trabajadores federales han organizado un paro de labores, es lógico que los locales harán lo propio).


En efecto, esto generará una sobrecarga de trabajo en los juzgados (más de la que ya habita en nuestra arcaica impartición de justicia) y, por ende, un desánimo en los ciudadanos para solicitar la intervención de un juez para reclamar un derecho. Me gustaría decirte que es un pronóstico fatalista sin argumento alguno, pero es un hecho que consume día a día. 


Como empresario, ¿corres un riesgo? Ante el poder judicial federal y local, considero que sí, en cierta medida, pues ahora te enfrentarás con procesos muchísimo más largos y tediosos. Ahora bien, eso no implica que tus intereses estén en total desamparo. Para ello contamos con los famosos MASC (Medios Alternos de Solución de Conflictos), compuestos por la Mediación, Conciliación y el Arbitraje.


Te sugiero algo muy simple que te ahorrará dolores de cabeza y, desde luego, recursos económicos: establece en los contratos que celebres con clientes y proveedores una cláusula escalonada en la que se indique (palabras más, palabras menos) que, en caso de una disputa, recurrirán ante un Instituto de Justicia Alternativa público o privado para lograr un acuerdo satisfactorio por medio de la mediación o conciliación (invítame un café si quieres conocer la diferencia). Luego, señala que, en caso de que eso no resulte, acudirán a dirimir su controversia ante el arbitraje. 


El arbitraje es la miel de la nueva justicia, pues es un tribunal privado, alejado de los vicios del poder judicial y del bullicio de la corrupción. El arbitraje resuelve el fondo de un asunto, no las formalidades o estructuras de un escrito bien o mal presentado (agrégale un pan al café y te platico lo bien que nos ha ido con esta nueva modalidad).



Artículo por:

Alberto Silva

CEO

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